martes, noviembre 28, 2006

La trampa de la margarita



Las 12:20 del mediodía del 28 de noviembre de 2006. Dos mujeres hablan mientras esperan que la providencia las ayude a pasar la avenida Bolívar de Caracas. No hay semáforos y los motorizados y chóferes hacen de la suya.

Mujer A—Un día me hace sentir que si y otro día que no

Mujer B—Chama pero estas segura de lo que él siente por ti.

Mujer A—No, ese es el problema, no se lo que siente por mi.

Ha llegado mi amiga cori en su carro, y debo irme. No puedo seguir escuchando la conversación que tenía a la pata de la oreja.

Las mujeres en todas partes del mundo siempre pensamos y decimos lo mismo. La maldita margarita que se deshoja con “si me quiere, no me quiere”, ha marcado nuestras vidas.

¿Hasta cuándo?

Hasta cuando vamos a permitir que esas pendejadas ocupen nuestro valioso tiempo. Hay cosas más importantes por hacer, para estar dedicando nuestras neuronas en descubrir qué carajo piensan ellos de nosotras o que coño nos han querido decir.

La verdad es cruel: No dicen nada, no piensan nada, simplemente están ocupados en sus propios pensamientos.

Si terminan con su mundo, puede ser que te den un espacio. Pero no te ilusiones eso no durará sino una hora o media hora o quince minutos o cinco (dependiendo de la actividad para la cual te han dedicado el tiempo). Luego los perdimos.

Así que deja de quejarte y disfruta ese momento, porque el tipo estará ocupado en el próximo minuto con sus propios pensamientos.

Esto me hace recordar una historia que leía hace tiempo y que trataré de parafrasear.

Decía algo como esto:

Ella dice: Ya tenemos 9 meses saliendo

El piensa: Coño hace 9 meses que no le hago mantenimiento al carro (sigue en silencio concentrado en manejar)

Ella dice: Bueno no es para que te preocupes, no quiero decir que debemos formalizar esto. Podemos seguir igual.

El piensa: será que mañana llevo el carro a que le cambien las bujías, con razón yo notaba que estaba como fallando. No le he dedicado tiempo.

Ella dice: Perdóname, no quise incomodarte, lo mejor es que cada uno siga por su camino.

El dice: Ah que decías. Casi me como una maldita luz roja. Este trafico esta insoportable.

3 comentarios:

Fritica e'pollo dijo...

El problema es que a las mujeres latinas se nos enseña desde chicas a soñar con un tal principe azul, y muchas veces uno cree que el tan esperado hombre es el primero que nos pinta pajaritos en el aire, nos dice 4 zoquetadas o que nos hace parar los pelitos de todos el cuerpo cuando nos da un besito.
Hay algunas mujeres que se conforman con cualquier sobrita de amor, y viven su vida en base a la vida del hombre de quien no estan seguras...
Alguna vez estuve en esa posicion. Pero todo es tan diferente cuando se ama y se es correspondido. No hay punto de comparacion.

Anónimo dijo...

Ahora entiendo por qué alguien ayer se arrechó conmigo de una manera que no entendí, y luego me dijo: "Ya sé, es que estás en tu mundo". Hay como frases de moda que se nos pegan toda una semana.

Anónimo dijo...

jejejej eso es correcto, creo que los hombres y las mujeres tenemos dos formas distintas de comunicarnos, a veces nos cuesta entendernos. Yo estoy aprendiendo a entender aunque me cuesta. Creo que los hombres están a veces en la nebulosa de su propio mundo, no quiero decir que no piensen, simplemente que les preocupan otras cosas que a nosotras nos preocupan. Y la comprensión esta en entender que ellos tienen su espacio y nosotras el nuestro.
Una amiga me dijo: "Si tienes un problema no busques a tu novio o marido, o esposo o amante o a un amigo hombre para contarle lo que te sucede, busca a tu mejor amiga que te escuchará y te entenderá".

Eso esta bien. Para que ladillar a los hombres con tanta chachara de nosotras las mujeres que a veces lloramos porque queremos llorar y otras veces necesitamos un simple abrazo.Ellos no entendería.

Cuando hay un problema sabemos cuál es la solución. sólo que antes de encontrarla necesitamos que alguien nos amapuche o nos escuche un poco, y a ellos eso como que les incomoda. No los juzgo, a veces las mujeres somos insoportables.