lunes, octubre 30, 2006

La obsesión por el peso

Tengo que reconocerlo, estoy enferma por culpa de esta obsesión de tener unos kilos de más.

Pase 7 inolvidable meses engordando y divirtiéndome en la Península Ibérica. El resultado es obvio a los ojos de quienes me conocieron hace 7 años cuando llegue a Caracas.

-Qué vainas- esos días en los que también me creía gorda y estaba delgada y no lo sabía.

¿Por qué nadie me dijo lo linda que me veía?

¿Por qué ahora todo el mundo me dice que estoy gorda?

Es terrible, el sábado me encontré a mi ex jefe, el que me conoció hace 7 años, por su puesto él también esta con unos kilos de más, pero se regodea en el comentario: Mijá que gorda estás.

-Qué vaina-

Y es que es la realidad. Gorda no es gente en un país de mises. Uno no tiene chance de que lo miren, bueno no como miran a las flacas y pechugonas.

Esta uno jodido en este planeta. Así que a darle duro al orbitre ese o como se llame.

No queda otra

A menos que creemos una rebelión de peso. jejejeje

El informe Hite llega cada domingo

Hablar de sexo, pero de sexo desde el punto de vista científico esta de moda.

El máximo exponente en el diario El Nacional es SEXO SIN TABÚ. Ya lleva varios años si no me equivoco siendo una sección semanal.

En Globovisión el programa Clímax (se estreno este fin de semana)

En Cosmopolita TV Confidencias con Alejandra (programas ahora repetidos porque la sexóloga se paso al nuevo canal de FOX, FOX Life.

Y en el diario Últimas Noticias, prometen que cada domingo la autora del Informe Hite estará exponiendo sus puntos de vista sobre el tema.

Tengo que decir que me sentí muy complacida porque en dicho diario se le de espacio a tan interesante tema, que dicho sea de paso, nos distrae un poco de tanta información política partidista de lado y lado. Claro que siempre hay más de un lado que del otro, pero ese no es mi problema.

Más allá del propio morbo que pueda causar la lectura de este material cada domingo en Últimas Noticias, es hora de reflexionar sobre la educación sexual que podemos adquirir a lo largo de nuestra vida. Todo pasa tan rápido que quizás los adolescentes ya no necesitan un informe Hate para conocer la sexualidad femenina. Pero por si acaso, esta es una oportunidad excelente para refrescarnos la mente.

Además tengo que decir que coincido con el artículo publicado este domingo, las mujeres no somos solidarias con nosotras mismas y por eso nos ganan terreno los hombres. Es difícil compartir el triunfo de una fémina cuando nosotras también quisiéramos tener una posición predominante en determinada situación, pero creo que es hora de que reconozcamos nuestras potencialidades y dejémonos de echarnos tierra unas a otras.

domingo, octubre 29, 2006

La monotonía del chat

¿No les pasa que llega un momento en que tienes tantos contactos registrados en tu messenger que ya no te acuerdas de quien es quien o simplemente te cansas de saludar?

Quizas estoy pasando a una nueva etapa de este mundo cybernetico, los blog. Preferimos hablar con nosotros mismos que con los demás. Exponemos nuestras ideas sin saber si realmente lo que decimos o escribimos le importa a alguien; pero aqui vamos. Lanzamos nuestras ideas a este mar esperando que alguien en alguna orilla nos lea y puede quizas retribuirnos con un pensamiento similar o disimil.

El silencio se ha convertido para mi en un verdadero reto. A veces no entiendo a la gente que cuando te ve conectada te bloquea inmediatamente. Será que puedes llegar a molestar tanto que interrumpes el proceso de creatividad o simple ocioso de la otra persona.

Estamos los que no bloqueamos a nadie literalmente hablando, pero dejamos que cientos de personas sigan activas en nuestras listas del chat sin nisiquiera decir un hola o dedicarles un tiempo. Eso también es un bloqueo inconciente.

A veces me pongo a mirar todos los que están conectados y creo que ellos hacen lo mismo que yo: BUENO SI NO ME SALUDAN SERÁ QUE NO ESTA, O ESTA OCUPADO O SIMPLEMENTE NO LE DA LA GANA.

Esta monotonía del chat me esta cansando.

Ahora creo en hablar conmigo misma y esperar que alguien me saque de este mundo interior en el que estoy sumida. A veces hace falta retirarse un poco.

¿No lo creen?

viernes, octubre 27, 2006

Me uno a la Mayre manía

Aunque llueven las críticas a los reality show, Latin American Idol se la comió y más aun reconociendo a una venezolana que además de cantar tiene toda la pinta de una Cristina Aguilera Latina. Bravo por ella. Quizas dentro de poco la Carlota se llene para recibirla cuando llegue en un helicoptero como lo hará la barranquillera. Ojalá no le pase lo que a la Rosa de España de Operación Triunfo: con carisma y una increible voz, pero no caló en el corazón del resto del planeta.

Mientras tanto los simples mortales que tenemos como maña cantar en la regadera, seguiremos soñando con algún día ser los idolos por lo menos de nuestros vecinos que se cansarán de oirnos jugando con el kareoke. jejeje

Y para honrar la música contemporánea una lista de mis canciones preferidas en este momento:

-Daria y Algo Más de la Quinta Estación.
-Te quiero con limón y sal de Julieta Venegas.
-Esta madrugada de Amaral
-Labios compartidos de Maná
-Ni una sola palabra de Paulina Rubio
-Todas las de Joaquin Sabina
-Y escondámonos de Marc Antony y Jlo

La lista puede ser mayor pero por lo pronto estas son las que más tarareo en la regadera, lobby de mi edificio, carros del trabajo, oficina, escaleras del trabajo, ascensor... o por la avenida Baralt mientras camino

jueves, octubre 26, 2006

La frustración de vivir en Caracas (III)

Como dicen los Amigos Invisibles: Esto es lo que hay

"Coño si no te gusta Caracas, vete entonces". Esa es la vaina, uno no se atreve a dejar esta ciudad por más peligrosa y caótica que sea, porque aquí es donde están los reales. Así de sencillo es una decisión económica. Se tiene que seguir luchando y a medida que colapsa la capital pues tendremos que adaptarnos a ella.

Muchos de mis compañeros opinan lo mismo. Tengo un grupo de amigos que se viven Caracas al 100%, pueden salir hasta tarde y hacen su vida normal. Viven en zonas relativamente aceptables y tienen un vehículo que los traslada de un lado a otro.

"Coño cómprate un carro". Por ahora no hay real así que mi historia es esta:

"El ciudadano de a pie", como dice William Echeverría, se tiene que conformar con ir al cine un fin de semana y en horario infantil, salir corriendo a tomar el metro teniendo como hora límite las 10 de la noche para hacer el recorrido que le corresponde desde el Este al Oeste en menos de 45 minutos y llegar a tiempo para tomar el último metro bus. A menos que quiera gastarse unos realitos de más y darse "la buena vida", de quedarse hasta tarde rumbeando para luego utilizar un taxi que te cobra la módica suma de 25.000 o 30.000 bolívares por ejemplo desde Chacao hasta Montalbán II.

Esa es la cosa, uno se va adaptando a esta ciudad. Te diviertes en horarios infantiles y luego te encierras en tu casa para refugiarte en el control remoto y no perderte la novela de moda: Voltea p que te enamores.

No hay otra, conviertes tu casa en un gran centro comercial, la nevera llena de chucherias, tienes toda clase de películas eso si piratas porque no hay real pa más, si puedes, pagas internet banda ancha y televisión por cable.

Poco a poco nos encerramos en nuestras casas y dejamos de lado la diversión colectiva. Es una cuestión de supervivencia, en tu casa estas relativamente seguro y no tienes que hacer otros gastos que destinar tu quincena para el pago de las deudas normales que tienes, pero no tienes la tentación de ir al Mandril, perdón el Sambil y comprarte alguna guevonada. Una vez escribí huevonada y me dijeron que no era lo mismo decir esta palabra con todo el sentido que tiene si se escribe como suena así que hay va otra vez GUEVONADA

miércoles, octubre 25, 2006

La frutración de vivir en Caracas (II)

Indumentaria básica para estar en esta jungla (para mujeres) y otros consejos:

1.Olvidarse de los zapatos altos, zapatillas o como prefieran decirle.
2.El bolso o cartera debe ser preferiblemente de los que se pueden cruzar en el hombro y no de esos que se llevan sujetados con un brazo, porque serás presa fácil de los cientos de ladrones que merodean por las calles del centro de Caracas.
3.Si quieres escuchar todos los piropos habidos y por haber, ponte una minifalda, y un push up, que no faltará el buhonero de tu vida que te mirará de arriba a bajo para decirte cositas lindas o asquerosas.
4.Prohibido hablar por teléfono celular mientras están en territorio céntrico. Más de una se ha quedado hablando con su propia mano porque el celular se lo llevo un veloz malandro.
5.Hazte por lo menos pana de algunos indigentes de la zona donde te mueves con más frecuencia. Uno nunca sabe cuando alguno de ellos te podrá literalmente salvar de algún percance.
6.Cuando tengas que salir por el centro de Caracas después de las 7 de la noche, tienes que tomar en cuenta que verás deambulando cualquier cantidad de gente extraña desde vendedores de comida china que pareces salidos de los bajos fondos, hasta el personaje que se encarga de guiar las camionetas en la avenida Baralt.
7.Y lo más importante encomendarse a Dios para que cuando salgas a este safari puedas regresar a salvo.

La frustración de vivir en Caracas (I)

Prefiero levantarme tarde para no tener que luchar desde las 7 de la mañana con la jungla de carros que se tratan de comer unos a otros luchando por llegar a tiempo.

Pero ni saliendo después de las 9 de la mañana, me libro de la cagada de tropezarme con miles de obstáculos para llegar a mi sitio de destino.

Justo cuando estoy por cojer o tomar como sea que se diga el transporte público, pasa algo: o se me olvida el paragua, o dejé el celular o simplemente camino con tal lentitud que cuando llego a la parada el metrobus que pasa cada 10 o 15 minutos, cierra sus puertas y arranca sin mí.

Pienso en utilizar un taxi; pero no tengo ni medio en la cartera. La opción hacer 3 conexiones. Una camioneta que me deje en la redoma de la India, luego otra que me deje en el metro La Paz y finalmente llegar al vagón del metro que me lleve al Silencio.

Pero para hacer esto, primero tengo que armarme de paciencia para esperar que el chofer de la camionetita con música de vallenato, salsa vieja o reagetón se digne a arrancar. Luego rogar para que no se detenga hasta 2 y 3 veces en una misma cuadra, la oración no hace ningún efecto, más de 10 pasajeros han decidido que yo llegue tarde.

Finalmente logro arribar a la redoma de la india. Que suerte en la mitad de la calle mientras cambia el semáforo una camioneta va vacía y me llevará directamente al metro La Paz. Corro sin mirar a los lados, otra suerte, no me atropella ninguna moto. Un chico que hace lo mismo se digna a dejarme entrar al vehículo de primera (aun quedan príncipes anónimos en esta ciudad.

Llegue al Metro, justo cuando un grupo de 50 o más estudiantes de secundaria que con sus camisas azules se disponían a correr hasta la taquilla del metro para comprar un boleto. -ahora si me jodí, justo lo que estaba necesitando, una cuerda de chiquilines que se pongan de primeros en la fila y yo como una bolsa de última-.
Que más da es mi día de suerte.

Como era predecible donde había 20 llegaron más y más y más la cultura de colearse en las colas se aprende definitivamente en la escuela. Pelear para que, si alguna vez hice lo mismo.
Que paradoja además tengo el mismo tamaño que ellos pero sin camisa azul y con unos cuantos años demás.

Bueno esta bien, me quedo tranquila aún tengo media hora de ventaja para llegar al lugar donde voy.

En el metro afortunadamente no hay mayor percance, llego el vagón hacia el Silencio.

Al salir a la superficie me dispongo a caminar y casi a correr como Alonso en la F1, para pasar todos los obstáculos que hay en el camino.

1. Miro a los lados, camino velozmente y si no hay nadie sospechoso me siento un poco más tranquila.
2. De repente un buhonero me mira fijamente, en lugar de pensar que quizás le gustan las gorditas chiquitas como yo, creo que me esta haciendo una radiografía de arriba a bajo para rastrear cualquier debilidad que le permita ordenar a uno de sus secuaces amigos que me arrebaten o la cartera o un reloj.
3. Sigo caminando y un olor familiar me hace detener el paso. Estoy justo donde quiero estar, frente a una panadería con pan andino recién sacado del horno. Dios me faltan 5 minutos para llegar a tiempo. Sigo de largo, pudo más mi sentido del estrés y la responsabilidad que la tentación de comer uno de esos deliciosos manjares de mi tierra.
4. Definitivamente las calles parecen una pista de obstáculos de atletismo. Paso a una señora, paso a un tipo que huele mal, paso a un buhonero y cuando creo que todo esta saliendo bien, meto el pie en un charco de agua.
5. Otro chico que hace lo mismo que yo me comenta: La gente camina muy lento y uno quiere llegar rápido. -caramba por lo menos tengo compañía en esto de bailar por las calles al ritmo de buhoneros y otros estorbos.
6. Para cruzar la avenida es otra aventura. El semáforo esta en verde pero no es necesario esperar que cambie de luz, la avenida Urdaneta es un estacionamiento, el único problema es que al pasar tengo que mirar a todos los lados para que una moto particular o mototaxi no me embista cual toro de la Plaza de las Ventas en Madrid.
Cruce.
7. Y como por arte de magia llegue a un remanso de paz único en Caracas. El sonido del agua que emana de una fuente artificial me relaja y me hace sentir en un oasis. He vuelto a la caracas de ayer. Estoy finalmente en la Casa de Estudio de la Historia de Venezuela Lorenzo A. Mendoza Quintero. La charla que tenia que escuchar no me aportó nada nuevo, pero el ambiente de esa vieja casona me ayudo a sanar de la frustración de vivir en Caracas.

domingo, octubre 22, 2006

Domingos con el fútbol


Cuál será la magia que atrae a los hombres a sentarse 90 minutos frente a un televisor. O ir a un estadio a ver patear un balón. No tengo idea.

Personalmente me he dejado llevar por esa magia. Mi primer trabajo comenzó justo con el mundial de fútbol del 98. No seré una especialista pero comienzo a entender el contra golpe, el fuera de lugar, los remates desde la esquina, la chilena, el tiro al primer o segundo palo y por lo menos los nombres de 5 o 6 equipos de las ligas Española, Italiana e Inglesa subsisten en mi memoria.

He visto en el estadio jugar a la Vinotinto contra Argentina, Brasil, Ecuador y Australia. Al Deportivo Táchira contra el Caracas y al equipo de fútbol femenino de la Católica contra sus homólogas del Caracas. Un Real Madrid - Deportivo La Coruña y la caimanera de los chicos que pasan el tiempo en la cancha del Centro Comercial La Villa en Montalban II.

Por eso, un aplauso a quienes dejan todo por ver un partido de fútbol y otro aplauso a las miles de mujeres que aunque no nacieron con esa magia en el corazón, han aprendido a querer el deporte Rey y se conforman con ser el tercer tiempo en el corazón de sus jugadores predilectos (amigos, novios o esposos).

Dedicado a mis panas de Caracas y Londres que se calan la liga española e inglesa cada fin de semana porque ellos se lo merecen. Total sólo son los fines de semana o un mes cada 4 años.

sábado, octubre 21, 2006

El día que me sentí una inmigrante


Era primero de mayo. Un día libre para aprovechar y conocer un poco más de la bella península ibérica. Los titulares de la prensa sobre inmigrantes ilegales que llegan diariamente a las costas de las Islas Canarias en pateras -suerte de lanchas rudimentarias fabricadas en Senegal y otros países africanos- sólo era parte de un suceso que no me involucraba.

Estas pateras son soltadas por barcos cargeros que, por 3.000 y 5.000 euros por persona, se ofrecen a llevar hasta las aguas ibéricas a los cientos de subsaharianos que sueñan con el país de Cervantes.

Ser inmigrante no es un pensamiento que esté presente en los venezolanos, pese a que muchos han pensado en irse del país por problemas políticos. La mayoría trata de tener los papeles en regla, para llegar a España y trabajar legalmente. Admiro a quienes se arriesgan a irse ilegales a un país que comienza a ser intolerante.

Pero todo eso ¿qué tiene que ver conmigo?

Sólo queria conocer Aranjuez... La primavera se sentía como nunca, cientos o miles de partículas de polen y otros elementos flotaban en el aire. Era inevitable no estornudar o sentir el efecto de una pequeña alergia, esa que algunos coterráneos sienten cuando el Ávila comienza a florecer.

El día transcurrió con la tranquilidad de un asueto. Poca gente en las calles, el palacio estaba cerrado por ser lunes y feriado. Pero los jardines reales se extendían a lo largo de un territorio que nos disposimos a explorar Luiz Fernando (periodista de Brasil), Consuelo Aguirre (periodista de Ecuador) y yo.

Pasaron las horas y ya se acercaba el tiempo de regresar a casa. Una pequeña cola de 4 personas esperaba el autobús que cada media hora partía hacia Madrid. El coche llegó puntual, pero Consuelo y Luiz, que habían ido por agua a un restaurante, no llegaban. Me dispuse a subir a la unidad; a lo lejos vi a mis compañeros acercarse, por lo que decidí comprarles los pasajes para evitar otros retrasos.
Este acto de amabilidad de mi parte me costó los insultos de un chofer que, hasta el día de hoy, no puedo entender.

Movido por el cansancio o por la hostinación de trabajar un primero de mayo (día del trabajador) o por un sentimiento xenófobo, este funcionario comenzó a proferime insultos. "Es una groseria que gente como usted venga a mi país a abusar, ellos deben hacer la cola". Por un momento me quedé callada, seguí mi camino y me senté en el lugar que me pareció conveniente.
Pero los gritos del chofer seguían. Me levanté y le dije que no había problema, que mis amigos se montarían en el autobús de últimos, pero que igual ya yo les había comprado los pasajes.
Me di la vuelta y regresé a mi puesto. Este "ciudadano europeo" no se conformó, seguía levantando la voz e incluso logró el apoyo de algunos pasajeros.
Viéndose "guapo y apoyado", como decimos en Venezuela, comenzó a gritarme que me bajara de la unidad y, como si no habláramos el mismo idioma me dijo: "Cuando hables español, entonces te atenderé".
Tengo que reconocer que aquella reacción me tomó por sorpresa. Miré a los lados, dos chabales (adolescentes) me decían que me quedara tranquila y que no le prestara atención, pero cuando miré hacia los asientos de adelante, unas personas mayores se complacían en apoyar al chofer y al unísono exclamaban: "Que se baje, que nos tenemos que ir".
Sin más procedí a bajarme de la unidad. Mis compañeros periodistas que estaban cerca de la entrada del autobús no se imaginaban lo que estaba ocurriendo. Uno de ellos, Luiz, sólo decía que quizás el hombre no había entendido y que era una confusión, siempre dudó que había sido un acto xenófobo. Pero Consuelo, quizás motivada por las miles de historias de abuso que han padecido ecuatorianos que han tenido que emigrar a España, reaccionó de inmediato.
Le reclamó al chofer con el mismo tono que él había utilizado para insultarme. La respuesta que obtuvo fue la misma: "Cuando hablen español hablaré con ustedes, devuélvanse a su país".
Yo seguía inmóvil, lo cual era difícil de entender, pues normalmente tengo un carácter impulsivo y contestario. Me regufié en el silencio. Apenas puede acercarme de nuevo al autobús y exigirle al funcionario (sí, es un funcionario público) que me devolviese el dinero que había pagado. No logré nada.
El autobús se marchó y el atardecer en Aranjuez se convirtió en una escena de tristeza.
No entendía y aún no entiendo por qué ese ensañamiento.
Aunque la vida me llevó a la Península como una inmigrante de primera, con ciertos privilegios, sentí un poco lo que experimentan los que hoy siguen llegando en pateras, procedentes de Àfrica, buscando puerto seguro en España. Ahora forman parte de mi vida, porque de algún modo ese día traté de sobrevivir.

viernes, octubre 20, 2006

La vida se me va con lo que escribo



Vivir 7 meses en Madrid no tiene precio, para todo lo demás queda Caracas...

Las palabras de Sabina me ayudan a comprender que la vida de un periodista se consume día a día con lo que escribimos. Vivimos en nuestro propio mundo, solo los periodistas comprendemos los chistes de los periodistas. Salimos con periodistas, nos empatamos con periodistas, nos casamos con periodistas y si seguimos con esta suerte nuestros hijos serán periodistas.

Que más da si nos encanta que la vida se nos vaya con cada palabra que escribimos.