sábado, octubre 21, 2006

El día que me sentí una inmigrante


Era primero de mayo. Un día libre para aprovechar y conocer un poco más de la bella península ibérica. Los titulares de la prensa sobre inmigrantes ilegales que llegan diariamente a las costas de las Islas Canarias en pateras -suerte de lanchas rudimentarias fabricadas en Senegal y otros países africanos- sólo era parte de un suceso que no me involucraba.

Estas pateras son soltadas por barcos cargeros que, por 3.000 y 5.000 euros por persona, se ofrecen a llevar hasta las aguas ibéricas a los cientos de subsaharianos que sueñan con el país de Cervantes.

Ser inmigrante no es un pensamiento que esté presente en los venezolanos, pese a que muchos han pensado en irse del país por problemas políticos. La mayoría trata de tener los papeles en regla, para llegar a España y trabajar legalmente. Admiro a quienes se arriesgan a irse ilegales a un país que comienza a ser intolerante.

Pero todo eso ¿qué tiene que ver conmigo?

Sólo queria conocer Aranjuez... La primavera se sentía como nunca, cientos o miles de partículas de polen y otros elementos flotaban en el aire. Era inevitable no estornudar o sentir el efecto de una pequeña alergia, esa que algunos coterráneos sienten cuando el Ávila comienza a florecer.

El día transcurrió con la tranquilidad de un asueto. Poca gente en las calles, el palacio estaba cerrado por ser lunes y feriado. Pero los jardines reales se extendían a lo largo de un territorio que nos disposimos a explorar Luiz Fernando (periodista de Brasil), Consuelo Aguirre (periodista de Ecuador) y yo.

Pasaron las horas y ya se acercaba el tiempo de regresar a casa. Una pequeña cola de 4 personas esperaba el autobús que cada media hora partía hacia Madrid. El coche llegó puntual, pero Consuelo y Luiz, que habían ido por agua a un restaurante, no llegaban. Me dispuse a subir a la unidad; a lo lejos vi a mis compañeros acercarse, por lo que decidí comprarles los pasajes para evitar otros retrasos.
Este acto de amabilidad de mi parte me costó los insultos de un chofer que, hasta el día de hoy, no puedo entender.

Movido por el cansancio o por la hostinación de trabajar un primero de mayo (día del trabajador) o por un sentimiento xenófobo, este funcionario comenzó a proferime insultos. "Es una groseria que gente como usted venga a mi país a abusar, ellos deben hacer la cola". Por un momento me quedé callada, seguí mi camino y me senté en el lugar que me pareció conveniente.
Pero los gritos del chofer seguían. Me levanté y le dije que no había problema, que mis amigos se montarían en el autobús de últimos, pero que igual ya yo les había comprado los pasajes.
Me di la vuelta y regresé a mi puesto. Este "ciudadano europeo" no se conformó, seguía levantando la voz e incluso logró el apoyo de algunos pasajeros.
Viéndose "guapo y apoyado", como decimos en Venezuela, comenzó a gritarme que me bajara de la unidad y, como si no habláramos el mismo idioma me dijo: "Cuando hables español, entonces te atenderé".
Tengo que reconocer que aquella reacción me tomó por sorpresa. Miré a los lados, dos chabales (adolescentes) me decían que me quedara tranquila y que no le prestara atención, pero cuando miré hacia los asientos de adelante, unas personas mayores se complacían en apoyar al chofer y al unísono exclamaban: "Que se baje, que nos tenemos que ir".
Sin más procedí a bajarme de la unidad. Mis compañeros periodistas que estaban cerca de la entrada del autobús no se imaginaban lo que estaba ocurriendo. Uno de ellos, Luiz, sólo decía que quizás el hombre no había entendido y que era una confusión, siempre dudó que había sido un acto xenófobo. Pero Consuelo, quizás motivada por las miles de historias de abuso que han padecido ecuatorianos que han tenido que emigrar a España, reaccionó de inmediato.
Le reclamó al chofer con el mismo tono que él había utilizado para insultarme. La respuesta que obtuvo fue la misma: "Cuando hablen español hablaré con ustedes, devuélvanse a su país".
Yo seguía inmóvil, lo cual era difícil de entender, pues normalmente tengo un carácter impulsivo y contestario. Me regufié en el silencio. Apenas puede acercarme de nuevo al autobús y exigirle al funcionario (sí, es un funcionario público) que me devolviese el dinero que había pagado. No logré nada.
El autobús se marchó y el atardecer en Aranjuez se convirtió en una escena de tristeza.
No entendía y aún no entiendo por qué ese ensañamiento.
Aunque la vida me llevó a la Península como una inmigrante de primera, con ciertos privilegios, sentí un poco lo que experimentan los que hoy siguen llegando en pateras, procedentes de Àfrica, buscando puerto seguro en España. Ahora forman parte de mi vida, porque de algún modo ese día traté de sobrevivir.

3 comentarios:

Fritica e'pollo dijo...

Este relato me sorprende y a la vez no. Quizas por que soy inmigrante en un pais donde lamentablemente tambien se vive con el racismo, y uno como latino no esta acostumbrado a ver eso. Es doloroso sentirse rechazado por el origen, por la raza, por el color de la piel, por la religion o hasta por el idioma.
Lamento que tu paseo haya tenido esa mancha negra. Ellos se hacen llamar "Paises Desarrollados", y nosotros somos los montunos, los "tercermundistas" y quienes son los que andan con esas ridiculeces?...tiene eso sentido? El racismo y la xenofobia son solo para retardados mentales. Me hiciste recordar la historia de Rosa Parks.
Honestamente no se como me habria comportado estando en una situacion como esa. Probablemente tremendo alboroto. :D

Catalina dijo...

Yo naci en España y soy venezolana y NO SOPORTO que algunos españoles traten mal a los suramericanos (o a quiensea) pero especialmente a los suramericanos. Asi lo he hecho saber cuando puedo, con mi acento venezolano, pues es el COLMO que luego que suramerica acepto a tantos emigrantes españoles (por razones politicas, economicas, o las que sean) ahora no acepte a gente que viene de paises que los acogieron tan bien!
Me doy siempre el lujo de decir esto pues ni siquiera pueden decirme que soy emigrante (que no hay nada de malo en eso, mis padres lo fueron)

Si un pais te acepta, tu tienes derecho a estar ahi, y no es porque son buenos y simpaticos que te aceptan, generalmente es porque te necesitan...la proxima vez no te bajes y llama a la policia tu.

Anónimo dijo...

ES EL COLMO! DE BRAZOS ABIERTOS LOS ACEPTAMOS A ELLOS EN VENEZUELA Y CREO EL RESTO DE LATIONAMERICA HIZO LO MISMO, CUANDO ESTABAN EN GUERRAS, PROBLEMAS POLITICOS PROFUNDOS, POBRES Y MUERTOS DE HAMBRE, HICIERON VIDA EN VENEZUELA, DINERO, NINGUNO QUERIA REGRESAR A SUS PAISES NI SIQUIERA DE VISITA, EN PARTE POR LO ACOGIDOS Y BIENVENIDOS QUE SE SITIERON EN NUESTRAS TIERRAS Y AHORA TE EXPULSAN DE UN COCHINO AUTOBUS QUE RABIA ME DA. EL MUNDO SE ESTA CERRANDO EN VEZ DE AVANZAR COMO RAZA HUMANA VAMOS PARA ATRAS, NO HAY TOLERANCIA, Y LA IGNORANCIA COLABORA PUES EN ESTO. LOS PAISES SE CIERRAN Y PARECE PUES QUE SER LATIONAMERICANO ES UN PECADO, SIEMPRE DE ULTIMOS SIEMPRE DISCRIMINADOS Y MAL VISTOS. DEBEMOS PUES TRATAR DE SUPERARNOS TRATAR DE SER MEJORES EN NUESTRA PROPIA TIERRA DAR TODO, UNIRNOS NO EMIGRAR, SUENA FANTASIOSO, PERO EL DIA QUE DEJE DE SONAR ASI LO HABREMOS LOGRADO.