miércoles, abril 04, 2007

Un problema profundo



Lo dije una vez y vuelvo y lo repito “la pesca de arrastre debe limitarse aún más y controlar a los barcos atuneros que faenan en el Pacífico”. Quizás mi lectura reciente de la Nacional Geographic de Abril 2007, sobre la sobreexplotación pesquera me haya tocado nuevamente las fibras ecológicas que hay en mí. Aunque esta revista como el resto de los periódicos y medios prefirió resaltar en la portada un análisis sobre la cultura y la música Hip Hop, tema que venda más que los problemas del mar. Así las cosas.

Pero creo que es tiempo de hacer algo. La FAO publicó un informe que dice que 75% de los recursos pesqueros mundiales están sobreexplotados, lamentablemente eso no ha tenido aún cabida en los periódicos venezolanos. (Cómo sea trataré de meterlo un día en algún reporte). Sin embargo la ONU no ha hecho mucho al respecto. Paga estudios para determinar cómo está la pesca, pero no toma decisiones duras. La Unión Europea sigue subsidiando a las grandes industrias atuneras que pasan la red y arrasan con todo lo que se les pone enfrente.

Hace poco conversaba con el presidente del Instituto Nacional de la Pesca y me decía que aprovechando la Ley Habilitante (poder otorgado al mandatario Chávez para legislar según le convenga al régimen revolucionario), reformarán nuevamente la Ley de Pesca y Acuicultura. Una de mis preguntas obligadas fue: qué se reformará, por su puesto. La respuesta quedó un poco ambigua, sin embargo, el presidente de este organismo que debe velar por la preservación y el aprovechamiento moderado de las especies marinas asomó la posibilidad de limitar aún más la pesca de arrastre que actualmente esta restringida a 6 millas de la costa venezolana.

No seré una experta en el mundo marino, sólo buceo a los chicos bellos, cuando aparecen en mi vista. Jamás he hecho snorquel, ojala pueda hacerlo un día. Mi conocimiento se limita a uno que otro museo marino y lecturas en libros. Quizás lo que me marcó, fue pasar todo un día con unos pescadores artesanales de la Isla de Margarita (Playa Morelo, en el 2001) y otro día en Mariguitar donde queda la actual planta de enlatados de atún y sardina de la Empresa Polar, donde trabajan la mayoría mujeres que con delicadeza y precisión limpian las sardinas y desmenuzan el lomo de atún. Muchas veces he escrito del tema desde el punto de vista del consumidor que si no hay sardina ni atún o los precios son exorbitantes, poco de la parte ecológica del asunto.

Los daños al ecosistema de la pesca irresponsable de atún aleta amarilla en el Pacífico (esa especie que escasea en las pescaderías de Caracas y cuando hay cuesta más de 20.000 bolívares el kilo, pese a que esta regulada a 4.080 bolívares), son irreversibles. Pese a los biólogos observadores que van en los barcos para tratar de evitar que otras especies como delfines se queden en las redes al momento de la captura de atún, siguen surgiendo denuncias al respecto. Los organismos ambientales se quedan cortos ante el poderío económico de la industria pesquera que se afana por complacer el paladar de millones de consumidores en el mundo. Hablar de este tema puede que contribuya una milésima de un granito de arena, para contribuir con la necesidad de que el ser humano comprenda que el ecosistema marino, es parte de nuestra vida y así como nos alegra que un oso panda haya nacido y se intente preserva el oso polar (no el que anda escaso luego de las 5 de la tarde por la Ley Seca en Venezuela), nos debería alegrar que se equilibre la pesca en el mundo.

Fotos tomadas el viernes 30 de marzo de 2007 en el mercado de mayorista de Coche, Caracas, Venezuela.

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